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60 andaluces que escriben poesía: “La vida por delante” | #MundoLiterario (Poesía)
“La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces” (Ediciones en Huida) es una amplia antología poética realizada por Ana Alvea Sánchez y Jorge Díaz Martínez, en la que se recoge la obra de sesenta poetas andaluces. Escribe la reseña para Universo la Maga nuestro colaborador y a su vez poeta Rubén Pérez Trujillano.
“La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces” ha pasado dos veces por imprenta. La segunda amplió con buen criterio el número de autores recopilados. Si lo que los críticos Ana Alvea Sánchez y Jorge Díaz Martínez se propusieron fue brindar una «muestra panorámica»
–como reconocen en las palabras introductorias–, lo han conseguido sin
lugar a dudas. Emplean un espectro de acogida considerable (nada menos
que 60 poetas nacidos entre 1980 y 1992), lo cual no puede sino
aplaudirse dado el perfil con que suelen aparecer las antologías
poéticas.
En primer lugar, me parece oportuno realizar una puntualización. Según los antólogos, «los
andaluces que escriben poesía lo hacen desde y para un contexto
literario cuando menos nacional y normalmente plurinacional». Hablar de poesía andaluza sería una quimera.
Si bien es cierto que afirmaciones como ésta hallan pruebas
incontestables en algunos de los poetas seleccionados, en mi opinión,
parte de una confusión entre lo que es el mercado y lo que es el sujeto
creador, entre lo que es la cultura y lo que es la nacionalidad, entre
lo que es la interculturalidad y lo que es la multiculturalidad. Entre
la raigambre de una obra y las aspiraciones globales de su autor. Un
enfoque así parece apelar a un presunto carácter cosmopolita. La
globalización cultural (que tiene mucho de “imperialismo cultural”, por utilizar la expresión de Iris Marion Young)
comporta una pluralización relativa. No hay que olvidar que la
proliferación de industrias de comunicación ha impulsado lenguajes,
pautas de consumo e incluso algunos valores (los valores de ciertas
industrias antes que los valores de ciertas culturas, dicho sea de
paso), pero no ha podido generar un imaginario ni un fondo común de
recuerdos y perspectivas. El emplazamiento físico y la condición
cultural nunca estuvieron anudados. No es nueva la elección de
referentes, como demuestra Amartya Sen, como tampoco el acondicionamiento y el condicionamiento que un colectivo (comunidad, clase social, género…) confieren.
Como ocurre en toda compilación, el factor subjetivo ha sido determinante. Así se nos advierte con honestidad y con una vocación de equidistancia respecto a grupos o figuras.
De esto carece casi toda antología de nueva poesía andaluza. Puesto que
resultaría imposible escribir una reseña sobre cada uno de los 60
autores, desistiré de citar a unos en detrimento de otros, como
queriendo establecer una jerarquía que ni interesó a los críticos ni
alienta a quien escribe estas líneas.
Lo que urge remarcar ahora es, entonces,
que el rasgo de los autores andaluces que la antología retrata viene a
ser la coexistencia de distintas corrientes estéticas. Los críticos manejan las categorías con rigor, es decir, con flexibilidad. Prevalece la comúnmente llamada poesía de la experiencia y la poesía intelectual. A ello se suman tres tendencias: la realista (que abarca desde aquella poesía pop o naïf hasta la de crítica social), la lírica (que labra con denuedo la imagen, lleve al verso libre o a la métrica tradicional) y la de corte más narrativo.
Ahora bien, en todo caso es notorio el afán de individualización, la
volatilidad y a la vez la persistencia de modas, el abandono del
formalismo cuando no de la métrica, el recurso a la vanguardia como
tradición, etc. Tras la lectura de la antología podríamos destacar otra:
la latencia de proyectos estéticos o la práctica no reflexiva de la
estética. Existen corrientes pero no movimientos literarios.
Especial mención merece, a juicio de los antólogos, la poesía escénica, la “perfopoesía”,
aquella que cuida con dedicación la interpretación, el recital o la
teatralización del texto. En este sentido me parece oportuno matizar que
no existe el más mínimo de novedad en este grupo de poetas, por mucho
que busquen huir del esnobismo, el ritual y el academicismo.
Resulta encomiable la generosidad con
que los críticos han labrado la selección de poetas, tanto desde el
punto de vista cuantitativo como cualitativo. Bosquejar un “esquema orientativo”
–como se proponen– constituye una tarea compleja y exigente. Se presta
confianza a poetas inéditos con una proyección insoslayable, aunque no
deja de percibirse que la labor de rastreo se ha centrado en unos
cuantos focos universitarios y editoriales.